Seguro que más de una vez has escuchado hablar de la Inteligencia Emocional, pero ¿sabemos los beneficios que nos aporta a nuestra salud y vida diaria?
En el artículo de esta semana, vamos a hablar de ello, entendiendo de inicio qué es la Inteligencia Emocional y lo importante que es aplicarla y tenerla en cuenta en nuestros quehaceres diarios.
Si hablamos de inteligencia, lo entendemos como un recurso imprescindible y útil para nuestro día a día sin tener en cuenta factores como el sexo, la edad, diferentes creencias y roles que desempeñamos diariamente en diversas organizaciones.
Con organizaciones no debemos referirnos exclusivamente al ámbito laboral, sino a los equipos que formamos con la familia, los amigos, las parejas… Con todos ellos, queriendo o sin querer, establecemos una serie de metas para conseguir determinados objetivos.
Como todo, tenemos que contar con que la Inteligencia Emocional no es algo delimitado y definitivo, sino que es algo que va cambiando a lo largo de nuestra vida, en función de nuestras emociones y las diferentes vivencias. Por lo tanto, es una característica que requiere entrenamiento para su correcto desarrollo.
Anteriormente, las definiciones de inteligencia se sustentaban principalmente en procesos cognitivos como la memoria, el pensamiento lógico, las habilidades a la hora de resolver problemas y conflictos, teniendo en cuenta aspectos racionales de las personas.
En el día a día, nos encontramos con diferencias a la hora de afrontar ideas, adaptarnos a entornos que cambian constantemente, la aplicación de razonamientos y el aprendizaje que supone cada una de las experiencias.
Al hablar de Inteligencia Emocional, no debemos olvidar mencionar a Daniel Goleman, gran promotor y estudioso de esta rama, con su obra publicada en 1995 “Inteligencia Emocional”, identificando la influencia de todos los procesos afectivos que recogen las emociones y sentimientos asociados a procesos de voluntad.
Para aplicar correctamente la Inteligencia Emocional, es indispensable identificar, entender y manejar las emociones de forma constructiva y hacia delante, buscando un equilibrio y bienestar que propicie vínculos saludables para la consecución de nuestros objetivos y metas en el corto y largo plazo.
También es necesario destacar la influencia de Mayer y Salovey (1997), que desarrollaron cuatro factores de la Inteligencia Emocional, y que son los siguientes:
Si somos emocionalmente inteligentes, ¿Qué beneficios supone para nuestra salud?
Aunque seguimos expuestos a las circunstancias que ha traído la pandemia a lo largo de este año, tenemos que tener en cuenta diversos factores para cuidar nuestra salud en la medida de lo posible.
Parece algo al uso, pero la capacidad de comunicación a la hora de relacionarnos con otras personas es muy útil y efectivo para gestionar nuestras emociones. Es posible que en este momento haya personas que estén pasando una mala situación, ya sea a nivel laboral o de salud y es muy importante aprender a gestionar nuestra Inteligencia Emocional para prevenir determinados trastornos psicológicos como pueden ser la ansiedad o la depresión.
Huir de la emocionalidad negativa y rodearse de personas y circunstancias que nos ayuden a nuestro bienestar personal es imprescindible. Pedir ayuda es bueno y está bien, y recibir una mano o un oído amigo es algo que todo el mundo tendría derecho a tener.
El ser emocionalmente inteligente nos abre una puerta a la protección para evitar trastornos psicosomáticos y dolencias físicas que puedan aparecer y cuyo origen suele ser un trastorno psicológico.
Trabajar la Inteligencia Emocional y desarrollarla, nos va a ayudar a canalizar y regular de manera eficaz las emociones de carácter negativo que nos acompañan si nos vemos golpeados por situaciones de estrés o crisis. Al potenciar la Inteligencia Emocional, el malestar psicológico y físico tiende a mermar, evolucionando favorablemente, aunque teniendo en cuenta que los efectos pueden no ser inmediatos, sí son efectivos.
Si se nos presentan problemas o desavenencias, no debemos poner el foco en que la culpa es nuestras y no salir de ahí, necesitamos tener capacidad analítica para determinar la causa y el efecto, y como mencionaba al principio, tener la oportunidad de hacernos escuchar siempre que lo necesitemos.
Trabajar la Inteligencia Emocional es básico para conseguir objetivos, pero también para encontrar el bienestar personal. Nos ofrece recursos y herramientas para gestionar diferentes episodios de manera efectiva otorgándonos capacidad para la resolución de problemas o desavenencias que puedan surgir.
Esto se puede aplicar a todos los órdenes de la vida, ya sea problemas personales, búsqueda de empleo, el día a día… La Inteligencia emocional es parte de nosotros y está vinculada a todos nuestros movimientos, pensamientos y emociones.
¿Qué opinas? ¿Trabajas tu Inteligencia Emocional? ¡Te animo a compartir tu testimonio!
¡Feliz semana!