La polémica en el entorno laboral está servida. Hace unas semanas, las Redes Sociales se hacían eco de la noticia de Elena Andia, una gemóloga catalana que era rechazada porque pese a tener el mejor Currículum, estaba “demasiado gorda” y ¡era madre! para desempeñar ese puesto de trabajo.
Rápidamente, muchas personas se solidarizaron con ella, mostrando máximo apoyo hacia su persona y realizando un profundo menosprecio al joyero, protagonista de esas grandes perlas que dejaron al personal petrificado…
Existen cientos de artículos que hablan del acoso, la discriminación laboral y las técnicas más efectivas para combatir estas situaciones pero, ¿realmente somos capaces de ponerlas en práctica o simplemente están ahí a modo de consulta?
Esta noticia ha dado la vuelta a las Redes Sociales y medios de comunicación, con el resultado de echarnos las manos a la cabeza y culpando al joyero de su mala acción hacia la candidata. Pero… ¿Cuántas veces nos hemos encontrado en nuestro email el discurso de “Lamentablemente no cumples el perfil”?
¿Probamos a buscar la raíz del problema?
Se me ocurre retroceder hacia cuando éramos pequeños y aparecía el bullying en las aulas. Por desgracia, esta práctica está muy extendida y las soluciones que se plantean no suelen ser muy eficaces. No hace falta buscar ejemplos concretos, pero tampoco olvidar situaciones que han llevado a suicidios de los más pequeños por no ser capaces de afrontar esta gran problemática. Y sí, cuando yo era pequeña vivía esas cosas y veía cómo los mayores miraban hacia otro lado alegando que “eran cosas de críos”.
¿Qué clase de sociedad estamos creando?
Queremos que en los colegios se practique la igualdad, que a la vez que los más pequeños aprenden, entiendan que todos somos iguales y merecemos lo mismo además de respeto ante las circunstancias… ¿Cómo reacciona un niño ante otro diferente? Entendamos diferente como alguien que lleva gafas o tiene una complexión fuerte.
Es indudable la trascendencia social que toman esta clase de sucesos en función de cómo se desarrollen los acontecimientos, tratando siempre de buscar la culpabilidad “personificada” en vez de emprender acciones que erradiquen estas malas prácticas mediante un verdadero compromiso colectivo. Cuando no hay solución, de nada vale echarse las manos a la cabeza.
La escuela de la sociedad, con sus dinámicas y conflictos, es la que determina lo que los adultos promueven en ella. Queremos que los niños crezcan con unos valores que los mayores no practican.
¿Podemos ligar el acoso escolar al mobbing en el ámbito laboral? Por supuesto que sí. Tan solo cambian los escenarios, pero los protagonistas son los mismos con algo más de edad y consciencia.
A lo largo de la vida está presente la ley del más fuerte, el líder de la pandilla, el que se escuda detrás del “fuerte” para que no le hagan nada… ¿Nos suena verdad?
¿Cómo se puede luchar en el ámbito escolar contra estas características si no cambiamos la sociedad?
El mundo laboral, reflejo de la sociedad actual
¿Qué necesita buscar un empresario en los candidatos? TALENTO. El talento no entiende ni de sexo, ni de complexión física ni de características que te dejen en el camino por carecer de ellas o tenerlas menos desarrolladas.
Cierto es que hay puestos de trabajo que requieren una serie de condiciones físicas que no todos tenemos, hablando de complexión, altura, imagen… Todo eso se intenta abolir e incluso está penado porque rompe con los modelos de igualdad, pero la sociedad es así y desgraciadamente es algo que está implantado.
La suerte de ser diferentes hace que, además de que en la variedad está el gusto, podamos elegir puestos de trabajo acorde con lo que queremos, aunque sea necesaria una preparación moral y/o física.
Pero esto es algo que somos NOSOTROS los que tenemos que decidir, nadie tiene que venir a decirnos que no valemos, mucho menos por un aspecto físico, porque en el ejemplo de Elena hablamos de una venta de joyas, pero quizá en un futuro ejemplo hablemos de otra cosa.
Somos personas y como tal tenemos que ser tratadas. Fuera de aquellos que consideren este post como “vendehumo”, me gustaría que no olvidemos aquellos valores por los que estamos aquí, esos valores que la sociedad muchas veces desecha como pueden ser la ayuda, la cooperación, la amistad e incluso la compasión, porque es algo que todos necesitamos a veces y es bonito encontrar a alguien que nos tienda su mano para llorar si hace falta.
Si queremos llorar y alguien nos acoge en su regazo, no vamos a mirar sus condiciones físicas. Tan solo la bondad que nos ofrece. ¿Por qué no hacemos lo mismo en el entorno escolar y el laboral?
Quizá nos fuera mejor la vida. Quizá si hacemos más caso al coco y no al aspecto físico otro gallo cantaría.
Fuera del impacto mediático que supongan estas noticias, hemos de preguntarnos si realmente todos esos valores que sacudimos pueden luchar contra el bullying en el colegio, el mobbing en el trabajo y la discriminación en todos los órdenes de la vida.
En la medida en que lo hagamos, ganaremos la batalla a aquellos que entienden como convivencia el abuso de poder, otorgándonos autoridad moral para decidir.
Quiero terminar esta entrada con la canción de El Langui «Se buscan valientes«, porque creo que además de los niños, nuestra sociedad necesita que los mayores también ejerzamos esa valentía y desechemos esas injusticias.
¡Feliz semana!
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